CSS nos da la posibilidad de controlar la apariencia de las fuentes que utilizamos en nuestros sitios web. Podemos fijar cosas como su familia, el peso, el tamaño, las decoraciones, el interlineado y mucho más. Todas esas opciones no son nuevas, algunas de ellas llevan con nosotros mucho tiempo. Un entendimiento y uso adecuado de las propiedades de las fuentes en una página web es muy importante para dotar a nuestros sitios de un aspecto agradable. En CSS se definen cinco familias de fuentes genéricas dentro de la que la mayoría de las fuentes se categorizan. Obviamente, no todos los sistemas operativos instalan las mismas fuentes en el sistema. Además, los diferentes fabricantes de navegadores instalan o utilizan fuentes predeterminadas para cada una de estas familias. Para asegurarnos de que independientemente del navegador o sistema donde nuestras páginas —y nuestros textos— sean renderizadas, fijamos una pila de fuentes a través de la propiedad de CSS font-family. Así siempre podemos definir como último recurso una de las cinco fuentes genéricas y si el sistema del cliente no tiene cierta fuente instalada, renderizará una fuente genérica de la misma familia. El como utilizar las fuentes de manera inteligente y para que caso es más conveniente cada una de ellas se escapa de largo del cometido de este post, pero es un tema del que hablaré en el futuro con mayor profundidad analizando entre otros asuntos importantes la experiencia de usuario y la accesibilidad.